Una juez lo investigaba por un delito contra la seguridad vial que podía costarle seis meses de prisión y cuatro años de retirada de carné, pero archivó el caso tras recibir un informe de la Aemet.
Una multa de radar no agrada a nadie, pero cuando el problema se puede solucionar pasando por caja asumir el error resulta más sencillo. La situación se complica cuando ese exceso de velocidad puede acarrear cuatro años de retirada de carné y hasta el ingreso en prisión. Y esa es la condena que podrían haber impuesto al conductor de una furgoneta que el pasado 21 de enero fue cazada circulando a 184 km/h por la N-232. Un radar fijo de la DGT capturó su matrícula en el peligroso tramo sin desdoblar de Mallén, limitado ahora por las obras a 60 km/h. Cuando le comunicaron la infracción, el denunciado no daba crédito. Pero ello no impidió que se iniciara un procedimiento penal que solo el empeño de su abogada y un meticuloso informe de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) han conseguido frenar.
«El conductor insistía una y otra vez en que aquello era imposible.Me decía que nunca había circulado a tanta velocidad y que el radar tenía que estar estropeado», explicaba esta semana la letrada Patricia Rodrigo. La fotografía de un velocímetro estático resulta casi siempre una prueba irrefutable, pero dado el castigo al que se enfrentaban impugnaron la denuncia y exigieron todos los certificados del aparato. «Llegó la documentación y confirmó que la máquina estaba en regla. Había pasado todos los controles de verificación», recordaba Rodrigo. Lo máximo que aceptaba la DGT era un margen de error de un 5%, por arriba o por abajo. Sin embargo, como ya advertía la Guardia Civil de Tráfico en su atestado, incluso aplicando ese factor corrector, la velocidad a la que se desplazaba la furgoneta aquel día superaba con creces el límite legal.
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